martes, 26 de abril de 2016

El Sombrerón




Es el fantasma en pena de alguien que en vida jamás tuvo definiciones. Alto, todo vestido de negro, entra en los pueblos, da rodeos en el alba y envuelto en el silencio se retira con el rostro encendido por el ala siniestra de la bruma.









Vagabundo de los esteros bajo la luz de la luna, el Sombrerón alguna vez estuvo enamorado y quiso viajar a países de viento y estrella dorada y lo atrajo el mundo y su incesante círculo de fuego y ceniza. Pero, cómplice de la amapola y los pantanos, se detuvo siempre en los umbrales indeciso como el murciélago ante la luz. Ahora, cubierto por el sombrero y la ruana, todo se le oculta y perros feroces lo siguen con grandes cadenas en la calígine de los abismos.










Si, caballero de los chamones y los horizontes lívidos, el sombrerón se aleja entre los charcos. Sabe que jamás poseerá el secreto de las crisálidas. Desprovisto de deseos y con la mirada extraviada, se adentra en el paisaje del crepúsculo.

















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